La Colocha tenía fantasías internacionales, quería tener un trío con una colombiana y con una nicaraguense, por cuestiones de trabajo debía viajar a Nicaragua así que comencé a buscar a alguna chica por allá.
A los días de buscar conocí a una doctora con intereses pervertidos, bisexual y deseosa de explorar su lado sumiso. Conversamos por algunas semanas y decidimos vernos los tres cuando viajamos.
La colocha estaba emocionada, pero muy nerviosa, y unas semanas después íbamos volando a Nicaragua para conocer a la doctora.
Nos quedamos en el Intercontinental Managua, y la conoceríamos la misma noche que llegamos. Creo que la parte más excitante de la velada fue ver a la colocha , me parece fue la primera vez que la vi maquillarse y ponerse un vestido floreado suelto.
Bajamos al bar de la piscina y nos sentamos a esperar, a la hora pactada recibí un whatsapp de la doctorcita:
“Hola, estoy al frente en el centro comercial, la verdad me da vergüenza solo llegar, ¿podrías venir a llevarme?”
Dejé a la colocha en el bar y crucé la calle al centro comercial, busqué el bar que me había indicado y entré. Ahí estaba sentada en la barra en un vestido rojo al cuerpo, con volados en sus hombros descubiertos que dejaban ver esa piel morena deliciosa, y su carita de niña buena complementada por sus anteojos frente a una mirada tímida, pero curiosa.
Me acerqué y me presenté, ella no dijo mucho, se le notaba estaba muy nerviosa. Conversamos unos minutos, y poco a poco vi como se fue relajando, y cuando creí estaba lista le dije que si íbamos al hotel, lo cual aceptó.
Se levantó, llevaba tacones negros que acentuaban un culito delicioso que le daba forma a ese vestido rojo que me tenía en tentación total.
Cuando entramos al hotel y al área de la piscina podía ver a la colocha sonriendo apenas vió a la doctorcita; le encantaban las morenas y esta claramente le fascinaba. Nos sentamos y se saludaron de beso, en una banca estábamos los tres, la colocha en el medio recostada a mi.
Conversamos por un rato, yo la veía muy nerviosa aún, y le hablaba un poco de prácticas y de mis experiencias para tranquilizarla, pero de pronto claramente la colocha decidió que no quería esperar más, me tomó de la mano mientras se levantaba y comenzó a caminar hacía los ascensores, yo le extendí mi mano y una mirada a la doctora quien luego de pensarlo un segundo se levantó y nos siguió.
Entramos al ascensor y apenas la puerta se cerró la colocha me soltó la mano y se abalanzó sobre la doctora y comenzó a besarla en la esquina mientras con su mano tocaba mi verga sobre el pantalón que para ese momento estaba más que dura.
Con el beso nuestra invitada perdió sus inhibiciones y comenzó a besar a la colocha con pasión y a pasar la manos por su cuerpo. Mi verga estaba apunto de estallar y salir de mis pantalones cuando el elevador sonó y todos volvieron a sus posiciones para salir y dirigirnos a la habitación.
Abrí la puerta y las dejé pasar, para este momento la colocha guiaba de la mano a la invitada, la llevo dentro del cuarto y jalandola de la mano la tiró a la cama, y, sin que yo ni cuenta me diera, estaba entre sus piernas levantándole el vestido rojo y comenzando a chuparla, ¡la muy putita venía sin calzones!
Yo entré y me senté en un sillón frente a la cama a verlas. La colocha comenzó chupando el hueco de la putita, y fue bajando con su lengua pegada a su piel por sus piernas mientras le quitaba los zapatos, la doctorcita disimuladamente se levantaba el vestido como queriendo que la colocha volviera a meterse entre sus piernas, y ella entendió porqué subió y comenzó a pasar su lengua de arriba a abajo, del huequito al clítoris, mientras la morena comenzaba a gemir cada vez más fuerte.
Para este momento yo me estaba desnudando y tocandome mi verga que estaba muy dura viendo la escena, me volví a sentar y la doctora ya no tenía su vestido, su cuerpo entero desnudo sobre la cama, sus tetas grandes, redondas y deliciosas, morenas y con pezones grandes, increíbles. Claramente la colocha compartía mi opinión porque había pasado a mamarle las tetas y morderle los pezones, mientras le metía dos deditos haciéndola gritar y gemir ya ahora dejando la timidez de lado.
Me levanté, me puse detrás de la colocha, levante su vestido y metí mi verga hasta el fondo de su hueco de putita, ella de inmediato gimió y se mojó aún más, estaba empapada, comenzó a besar a la doctorcita y a meterle los dedos más fuerte, y yo ya no podía distinguir entre los gemidos de ambas, pero me encantaba ver la carita de la invitada mientras sentía mi verga empaparse en el hueco de mi sumisa.
De pronto sentí como el hueco de la colocha me presionó la verga como reclamando mi leche y sentí como se desplomó sobre la doctorcita mientras se venía gritando:
“Gracias Papi!”
“Gracias Papi!”
“Gracias Papi!”
Se movió hacia adelante sacando mi verga y se acostó a un lado, le dió un beso a la doctora y luego le dijo:
“¿Quieres que Papi te viole?”
A lo que la invitada solo atinó a asentir mientras entre gemidos cortos respondía que sí. La colocha la agarró del cuello y le dijo:
“Ruega como la perra sucia que eres”
Y la morenita volvió a verme y gritó:
“Violame como una puta Papi, te lo ruego”
Mientras me veía con esos ojitos deliciosos, y como iba negarme, me moví hacia adelante y puse mi verga en la entrada de su huequito que estaba empapado, comencé a penetrar su vagina mientras veía su cara de placer, y cuando comencé a entrar y salir la colocha le volvió la cara y comenzó a besarla, y en ese momento sentí como se venía con mi verga adentro, ese tipo de orgasmo que siente una sumisa la primera vez que se siente totalmente sometida, todo ese placer que no había tenido nunca invade y toma control de su cuerpo.
Una descarga total que la convierte de una chica cualquiera a una putita sometida cuya única misión es ser el disfrute de su Amo.
Teníamos unas horas de estar jugando y la doctorcita estaba encima mio cabalgando mi verga, mientras la colocha estaba sobre mi pecho de frente a ella jugando con sus pezones y besándose, podía sentir la vagina de la colocha empapada mojando mi pecho.
Por un rato ya el teléfono de la doctora no paraba de sonar, pero ella no paraba de venirse. En un momento se bajó de mi verga y la colocha se pasó a montarse en mi verga, lo único que logré escuchar fue un “ohhh no!” y como frenéticamente buscaba su ropa en la habitación, mientras la colocha seguía sobre mi verga.
La doctora salió del cuarto a medio vestirse, con los zapatos en la mano mientras la colocha se venía fuerte sobre mi verga sin darse cuenta de nada. Para cuando terminó de venirse se dió cuenta que Cenicienta había huído y no sabíamos por qué.
Luego resultó que nuestra invitada perdió la noción del tiempo y su padre que venía a recogerla tenía más de media hora esperándola y llamándola, y como Cenicienta tuvo que salir corriendo antes de la medianoche.
Nunca pudimos volvernos a ver, pero siempre tendrá un lugar especial para mí.