Mi unicornio

Antes de comenzar la anécdota quiero aclarar que el sexo anal es un tema complicado, no es para todo el mundo y es de mucho cuidado, una mala experiencia podría marcar a alguien para toda la vida. Así que los invito a investigar y no quedarse con mi relato, porque omito varios pasos en pro de la narrativa, pero deben estar preparados y no tomarlo a la ligera. Porque como el título lo indica esta fue una experiencia fuera de lo normal y muy atípica.

Pueden leer mi artículo sobre consejos para el sexo anal para más información.

En las empresas de tecnologías un Unicornio es una empresa con un potencial increíble que emociona a inversores con el prospecto de innovación y satisfacción.  Y aunque muchos de estos Unicornios se han convertido en nada más que fantasías con el tiempo, yo esperaba que este no fuera el caso con mi Unicornio sumisa.

Cuando lo pienso siento que la conozco de toda la vida, porque comenzamos  a hablar hace mucho tiempo, tal vez no era su momento o por problemas de horarios nunca logramos vernos y el potencial quedó en conversaciones que siempre fluyeron con naturalidad. 

Pero la sumisión tiene una forma de poner las cosas en su lugar (valga el doble sentido) y luego de ver una notificación de que se había unido a Telegram decidí saludarla de nuevo luego de un buen tiempo sin conversar. En una nueva etapa de su vida la conversación fluyó como siempre, pero los planes se materializaron como nunca antes y estaba a las puertas de descubrir si el Unicornio era real. 

Hablamos un poco y me comentó su frustración sexual con las relaciones que había tenido, sin orgasmo y peor aún sin deseos de repetir. Como prefería masturbarse que pasar someterse al esfuerzo de fingir durante sus relaciones sexuales con chicos, no hombres, que no sabían aprovechar su potencial.  Algo muy común en las sumisas atrapadas en experiencias sexuales vainilla.

– Quiero que me rompas el culito, que me duela, quiero sentir como me rompes toda — algo inesperado para mi, el anal es un miedo muy común, y lleva un proceso largo de preparación, se requiere la dilatación correcta y que la sumisa este en el punto de excitación máxima para que realmente sea una experiencia placentera  y no se convierta en un trauma. 

Pero durante nuestras conversaciones me insistía que quería que la usara, la rompiera, que no tuviera piedad con ella aunque fuera su primera vez; y de mis relatos se identificaba con las partes más fuertes y las fantasías más pervertidas. Un Unicornio de potencial que estaba a punto de averiguar si se convertiría en fantasías no realizables. 

Quedamos de vernos durante una de mis visitas a Costa Rica, y al verla en vivo esa carita inocente y su sonrisa escondida su belleza supera por mucho las fotos con las que tenía semanas tentándome. 

Conversamos un poco en la sala, y aunque mucho más tímida de frente viéndome a los ojos me volvió a pedir lo mismo que por mensajes: rómpeme.  La lujuria en mis ojos y mi verga dura comenzaban a delatarme. 

Luego las preguntas y conversación para asegurarme que ella venía en un buen espacio mental y realmente quería ser sometida decidimos movernos al cuarto donde me pidió unos minutos para cambiarse a un conjuntito que había trabajado traído para mi. 

Su piel blanca en un conjunto pequeño de ropa interior de transparencia y decoraciones pequeñas coloridas de flores, simplemente no puede esperar, me levante y de una vez la puse sobre mi regazo, y lo que ambos habíamos estado esperando esa primera nalgada, la primera marca de que ahora me pertenecía. 

Sus nalguitas estaban rojitas, debo admitir me engolosine nalgueando, y ya su boquita jadeaba gracias a la forma en que la viole con mi verga como nunca le habían penetrado esa boca de putita, pero ambos sabíamos cuál era el evento principal.

Tomé el lubricante y las bolitas anales, de esas que empiezan pequeñas y van creciendo, la puse de medio lado en la cama y luego de lubricarlas muy bien, metí la primera y esa sonrisa en la cara de la putita me dijo todo lo que tenía que saber, hasta la 4ta entraron rápidamente y su carita de felicidad me decía que quería más.

— ¿otra más putita? — le pregunté, — todas – me respondió en un tono bajo y tímido, pero seguro. 

Mientras le iba metiendo las bolitas me aseguraba de tocar su clítoris y pasar la punta de mis dedos por el borde de su vagina que se estaba empapando, antes de que me diera cuenta tenía 8 bolitas adentro y solo faltaba la más grande. 

— que buena chiquita de Papi te entraron delicioso – le dije — ¿te entra la última? — 

Su respuesta fue un si en un tono muy bajo moviendo su cabeza, y me di cuenta de que no estaba siendo tímida, estaba ida de placer, básicamente entrando a otro plano de algo que nunca había sentido; y así le empuje la última y cuando entró recostó su cabeza en la almohada y en su cara vi ese momento de paz y placer que invade a una sumisa cuando se da cuenta que su perversión no es un problema, es una bendición. 

Yo seguía tocando su vagina con mi otra mano y decidí meter mis deditos, no solo estaba empapada sino que muy dilatada, y decidí tomar su palabra: romperla. Acerque mi verga despacio y puse la punta de mi verga en su vagina y empuje lentamente penetrándola, para mi sorpresa la mitad de mi verga entró sin problema, y ella salió de su trance de tranquilidad y pasó a placer puro en su carita: se sentía llena, usada y muy muy puta. 

Levantó su brazo, y me tomó mi mano que estaba en su muslo

– más, más! – dijo en un tono de placer, y eso fue suficiente para que mi verga entrara completa y se pusiera tan dura como era humanamente posible.

Su culito estaba tan tallado que las bolitas no se salían y yo sentía el contorno de las bolitas estimular mi verga que llenaba su vagina.

Para ese momento habíamos dejado aquello de ir despacio, mi verga entraba y salía de su vagina con fuerza completa y estaba muy dura. Al poco tiempo volvió a ese estado de placer total, de comodidad y paz y se le veía en su carita que estaba experimentando con lo que siempre soñó, pero hasta ahora le era posible. 

Al rato decidí que era hora de tratar de darle lo que quería, saqué mi verga de su vagina, y comencé a sacar las bolitas una por una, con cada una que salía podía ver su carita de decepción que el placer se acabará, pero venía algo mejor.

Con todo listo y preparado luego de sacar las bolitas, podía ver su culito abierto y listo, puse mucho lubricante en mi verga, y puse la punta en la entrada de culito y comencé a empujar despacio.

Su culito estaba super tallado, mi verga entró pero podía sentir como su culito se resistía, vi su carita que reflejaba dolor, pero lo disfrutaba, sonreía de oreja a oreja, así que empuje más duro, y la punta de mi verga,  que para este punto no aguantaba ponerse más dura, fue abriendo el camino hasta que entro completa, me detuve y deje que su culito se acostumbrara. 

Para mi sorpresa la muy putita y sucia comenzó a mover su cuerpo hacia mí, tratando de que mi verga entrara más. Así que la tome del hombro, y puse mi peso contra ella 

– quieta como una buena putita– y con eso empuje mi verga completa dentro de su culito, la expresión en su cara fue indescriptible, como si algo que creyera imposible se estuviera materializando frente a sus ojos, y para mi el Unicornio era real.

— más, más – dijo entre suspiros, y mi verga entendió la posición, comencé a sacar y meter mi verga despacio pero aumentando el ritmo conforme su culito se dilataba. 

Ambos perdimos la noción del tiempo, porque el movimiento se había vuelto automático, le pegue en su carita, la escupí y la nalguee y eso simplemente hacía que ella quisiera más. El realizar su sueño de que le rompieran su culito, había liberado su lado de putita sucia que tanto había reprimido, ahora no era más que un hueco de puta para mi placer, y era lo que quería. 

Mi verga no aguantaba más, su carita me mataba y estaba demasiado duro en su culito que me apretaba como nunca, y en ese momento le di algo que me había pedido y rogado, mi verga comenzó a hincharse y unos segundos después mi leche inundó su culito mientras ella gritaba de placer dejando de lado su timidez y dejando su naturaleza de putita salir sin miedo y sin ser juzgada.

Ese fue el comienzo de una larga noche de entrenamiento, porque yo aprendí que los unicornios existen, y ella que sus necesidades y fantasías no eran el problema, sino los idiotas que no habían aprovechado lo putita y sucia que era.

Tal vez si se portan bien, les cuenta el resto. 

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